Los ‘smartphones’ también eran esto. La plena irrupción de los teléfonos inteligentes en nuestras vidas obliga a pensar de forma diferente en campos como la educación, las relaciones personales o el trabajo. Sobre todo si hablamos de los jóvenes, los ‘millennials’, que prácticamente han nacido con los chips y bits debajo del brazo. ¿Qué pasaría si no les dejaran usar WhatsApp en el trabajo?
Es algo que ya se han preguntado en Estados Unidos. Un estudio de la empresa de soluciones móviles Mobilelron llegó a la conclusión de que un 60% de los trabajadores de entre 18 y 34 años renunciarían a su empleo si el jefe les prohibiera el uso personal de su teléfono móvil.
El vicepresidente de estrategia de la compañía, Ojas Rege, se pone del lado de los ‘millennials’: “ Cualquier empresa que esté tratando de contratar a esta próxima generación va a tener que entender estas tendencias y responder a ellas. De otro modo van a perder a los mejores empleados del futuro”.
A la vez que esto sucede, tenemos un fenómeno que los estadounidenses conocen como ‘shadow tasking’: atender asuntos personales durante las horas de trabajo o resolver cuestiones laborales (mirar el correo de la empresa, contestar llamadas…) en el tiempo libre. Unos dos tercios de los encuestados afirmaron sentirse culpables por hacer una cosa u otra.
¿Y en Argentina? Con una tasa de desempleo juvenil que se acerca al 18%, nuestros ‘millennials’ también se están colando a duras penas en el mercado de trabajo. El estudio mencionado hacía referencia a Estados Unidos, pero ¿podría repetirse la misma situación en nuestro país?
“Los cambios son de todo tipo, pero esta generación viene marcada por un intenso uso de las tecnologías, de forma que se sienten especialmente atraídos por aquellos empleos y sectores que les brindan la oportunidad de trabajar en un ambiente más o menos tecnológico”, afirma Sabina Serrano, ‘coach’ y responsable de recursos humanos en PC Componentes.
La experta afirma conocer casos, que han llegado a sus oídos por compañeros de profesión, en los que está resultando difícil contratar. Por ejemplo, el de los programadores informáticos, “que por su apego a la tecnología y a estar siempre conectados reclaman tener siempre disponible y sobre la mesa su ‘smartphone’, llegando un punto en el que si no se les concede esta opción se marchan“. No obstante, la ‘coach’ explica que esto solo lo hacen los que están “altamente demandados en el mercado” y saben que recibirán otra propuesta de trabajo al día siguiente.
Pero no todos los ‘millennials’ son programadores informáticos a los que les llueven las ofertas. Los jóvenes deben enfrentarse a entrevistas de trabajo y ahí puede salir a relucir el tema del uso personal del ‘smartphone’. Sabina explica que no es una pregunta muy frecuente (“se sigue pensando que ‘lo normal’ es que el uso del teléfono móvil no sea un problema”), pero que puede aparecer.
“También depende del puesto al que opte el candidato”, puntualiza. “Hay puestos base o operativos donde sigue siendo imperativo el abandono del móvil en la zona de trabajo”.
Por norma general, Sabina cree que el móvil personal debería quedarse “en un cajón durante la jornada laboral, ya que la mayoría de empresas lo consideran como una distracción del propio trabajador, su entorno y un reductor de productividad”. Es importante no dar la sensación de estar enganchado al móvil.
En cualquier caso, ¿sería posible que en un país como Argentina, una encuesta arrojara resultados como los de Estados Unidos? Por la situación actual en nuestro país, no creo que un joven (ni cualquier otra persona) se atreva a renunciar a un trabajo por que no le dejen hacer un uso personal del móvil o las redes sociales.
Las compañías deben adaptar sus dinámicas a los nuevos ritmos que marca la tecnología. Las empresas aquí también tendrían que empezar a renovarse y a incorporar estas nuevas formas de comunicación,, las que, si se usan debidamente, son un factor muy positivo para aumentar la competitividad.
“Será muy interesante ver la evolución de este asunto en el futuro, cuando los ‘millennials’ ocupen puestos de alta dirección y sean los líderes de sus empresas”, concluye Sabina. “Seguro que entonces tendremos que plantearnos cómo atraer a la nueva generación Z, que ya empezará a incorporarse al mercado laboral y que tendrá intereses muy diferentes a sus antecesores”. La experta cree que el mayor reto vendrá con esta nueva hornada de trabajadores. ¿Dirán que no trabajan sin su ‘wearable’?
Y tu, ¿qué opinas?
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